Soy Valeria Martínez, tengo 42 años y soy la emprendedora detrás de Tienda de Concreto. Hace cinco años, cuando nació mi hijo Facu, comencé a trabajar con cemento como una forma de tener un momento para mí misma y desconectar. Me di cuenta de que crear cosas con mis propias manos era algo que me apasionaba y me sumergí en este mundo nuevo y emocionante.
Al principio, me dediqué a la venta mayorista de macetas. Recuerdo haber ido a los viveros con el auto cargado, y siempre vendía todo lo que llevaba. Me di cuenta de que algo estaba haciendo bien, y esto me dio la fuerza y el impulso para seguir adelante con mi proyecto, incluso con un bebé recién nacido y otro de un año.
Durante la pandemia, decidí tomar cursos en línea para mejorar mis habilidades y conocimientos. Descubrí que no solo disfrutaba tomar los cursos, sino que también me encantaba enseñar y compartir mis conocimientos con los demás. Así fue como empecé a dar clases en línea y a recibir muy buenos comentarios de mis alumnos. La gente no solo apreciaba lo que hacía, sino que también disfrutaba mucho de las clases que impartía.
Poco a poco, dejé de hacer producción y me concentré en impartir clases de forma presencial en distintos espacios como artísticas y talleres de arte. Descubrí que enseñar a otros a crear cosas con sus propias manos era algo que me apasionaba mucho y que me llenaba de energía y alegría.
Además de dar clases, también me dediqué a la venta de moldes de concreto, resina epoxy, yeso, resina ecológica y velas de soja. Fue un proceso arduo, pero finalmente encontré proveedores confiables y pude expandir mi oferta de productos. Ahora, tengo un amplio catálogo de moldes y productos para ofrecer a mis clientes.
Me encanta ser mamá y emprendedora al mismo tiempo. Sé que no es fácil equilibrar ambas responsabilidades, pero me siento agradecida de poder hacer lo que me apasiona y pasar tiempo de calidad con mis hijos. Espero seguir creciendo y expandiendo mi marca en el futuro y poder seguir enseñando a otros a crear cosas increíbles con sus propias manos.
Poco a poco, dejé de hacer producción y me concentré en impartir clases de forma presencial en distintos espacios como artísticas y talleres de arte. Descubrí que enseñar a otros a crear cosas con sus propias manos era algo que me apasionaba mucho y que me llenaba de energía y alegría.